Extremadamente oscuro, seco y rico en sustancias orgánicas: la imagen de VIRTIS del cometa 67P/C-G
27/1/2015 de ESA/INAF/Science
A la izquierda, una imagen del núcleo del cometa 67P/C-G obtenida por la Cámara de Navegación (NAVCAM) en Rosetta. A la derecha, con una orientación similar, un mapa de la pendiente espectral de la superficie del núcleo. La pendiente espectral se emplea para extraer información acerca de la composición de material presente en la superficie. Valores pequeños de la pendiente espectral (en azul) se observan claramente en la región del «cuello», que es la que hasta hoy ha mostrado el mayor grado de actividad cometaria en términos de emisión de gas y polvo. Crédito: ESA/Rosetta/NAVCAM(izquierda); ESA/Rosetta/VIRTIS/INAF-IAPS/OBS DE PARIS-LESIA/DLR (derecha) .
El primer resultado sorprendente que ha proporcionado el estudio con el instrumento VIRTIS del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko es la medida de su albedo, esto es, la cantidad de luz solar reflejada por la superficie de su núcleo. Con un albedo de sólo el 6%, como la mitad del de la Luna, 67P/C-G es uno de los objetos más oscuros del Sistema Solar.
Un poder de reflexión tan bajo indica que la superficie del cometa contiene minerales como, por ejemplo, sulfuros de hierro, pero también compuestos con base de carbono. El bajo albedo también indica que hay poco a nada de hielo de agua en las capas más exteriores de la superficie del núcleo.
«Esto claramente no significa que el cometa no sea rico en agua, sino sólo que no hay hielo de agua en la capa más externa, de sólo un milímetro de grosor», explica Fabrizio Capaccioni, investigador principal de VIRTIS del INAF-IAPS en Roma, Italia. «La razón de ello está radicada en la historia reciente de la evolución del cometa, ya que los pasos repetidos cerca del Sol hacen que el hielo de la superficie sublime».
Otro resultado interesante basado en estas observaciones en el infrarrojo es el descubrimiento de compuestos orgánicos macromoleculares por toda la superficie del núcleo del cometa. Además, la distribución global de tales compuestos sobre la superficie sugiere que fueron abundantes en el material que se ensambló para formar el núcleo del cometa.
«La formación de tales compuestos necesita de la presencia de hielos de moléculas volátiles como metanol, metano o monóxido de carbono, que sólo se congelan a temperaturas muy bajas», explica Capaccioni. «Por tanto, estos compuestos deben de haberse formado a grandes distancias del Sol, durante las fases iniciales de la construcción del Sistema Solar. Esto sugiere que nos estamos enfrentando a un cometa que encierra en su interior trazas de los compuestos químicos primordiales que datan de la época de formación del Sistema Solar, o posiblemente incluso de una época anterior».