Explicando las grandes manchas blancas de Saturno
20/4/2015 de CalTech / Nature Geoscience
Imagen tomada por la nave espacial Cassini de NASA en febrero de 2011, que muestra una enorme tormenta en el hemisferio norte de Saturno. Crédito: NASA/JPL-Caltech/Space Science Institute.
Cada 20 ó 30 años, la atmósfera de Saturno se ve perturbada por tormentas gigantes que rodean al planeta y producen intensas tormentas eléctricas y enormes agitaciones en las nubes. La cabeza de una de estas tormentas – popularmente llamadas «grandes manchas blancas» en analogía a la Gran Mancha Roja de Júpiter- pueden ser tan grandes como la Tierra. A diferencia de la mancha de Júpiter, que está en calma en el centro y no tiene relámpagos, las manchas de Saturno son activas en el centro y poseen largas colas que acaban enrollándose alrededor del planeta.
Seis de estas tormentas han sido observadas en Saturno durante los últimos 140 años, alternando entre el ecuador y las latitudes medias, la más reciente en diciembre de 2010, que rodeó el planeta durante seis meses. Las tormentas usualmente ocurren cuando el hemisferio norte de Saturno se encuentra más inclinado hacia el Sol. Pero hasta ahora no se conocía qué las produce y por qué ocurren con tan poca frecuencia.
Ahora un nuevo estudio realizado por dos científicos planetarios de Caltech sugiere una posible causa para estas tormentas. Empleando modelos numéricos el profesor Andrew Ingersoll y su estudiante graduado Cheng Li simularon la formación de las tormentas, descubriendo que pueden ser provocadas por el peso de las moléculas de agua en la atmósfera del planeta. Debido a que esas moléculas de agua son pesadas en comparación con el hidrógeno y el helio que componen la mayor parte de la atmósfera de los planetas gigantes, cuando llueve hacen que la alta atmósfera sea más ligera y ello suprime la convección.
Con el tiempo, esto produce el enfriamiento de la alta atmósfera. Pero ese enfriamiento acaba por reactivar la convección y entonces asciende aire húmedo y cálido rápidamente, provocando una tormenta con aparato eléctrico. «La alta atmósfera está tan fría y es tan masiva que este enfriamiento tarda entre 20 y 30 años en producir otra tormenta», afirma Ingersoll.