El estudio de estrellas «bebé» revela características de las órbitas de los exoplanetas
22/9/2015 de University of St. Andrews / Monthly Notices of the Royal Astronomical Society (MNRAS)
Formación de estrellas y de sus planetas en el vivero estelar de Tauro, observada en luz de longitudes de onda de milímetros por el telescopio APEX de Chile. Crédito: ESO/APEX.
Los planetas «jupiteres calientes» son exoplanetas como Júpiter que se encuentran en órbitas 20 veces más cercanas a sus estrellas que la Tierra del Sol. Un equipo de investigadores ha descubierto ahora que estos «jupiteres calientes» pueden formarse y migrar hacia sus estrellas bebé en tan solo unos pocos millones de años.
En nuestro Sistema Solar, los planetas rocosos como la Tierra o Marte se encuentran cerca del Sol mientras que los planetas gigantes como Júpiter y Saturno están en órbita mucho más lejos. En 1995 se descubrió un planeta gigante muy cerca de su estrella. Dede entonces se han descubierto muchos más. Los astrónomos demostraron que estos planetas deben de formarse en la regiones exteriores del disco protoplanetario – la matriz a partir de la cual nacen la estrella central y los planetas que la rodean – y posteriormente emigran hacia el interior, evitando precipitarse contra su estrella.
Esto podría ocurrir muy pronto en las vidas de los planetas extrasolares, cuando se encuentran todavía en el interior de su disco primordial, o mucho más tarde, una vez se han formado varios planetas que interaccionan unos con otros en una coreografía bastante inestable, siendo algunos empujados a órbitas muy cercanas a la estrella. Los investigadores han descubierto ahora indicios preliminares del primero de los dos escenarios.
Observando estrellas recién nacidas en el vivero estelar de Tauro, a unos 450 años-luz de la Tierra, los investigadores demostraron que la última estrella bebé que estudiaron, apodada V830 Tau, muestra señales muy parecidas a las que produciría un planeta de 1.4 veces la masa de Júpiter y cuya órbita está 15 veces más cerca de su estrella que la Tierra del Sol.
El descubrimiento ayudará a los astrónomos a comprender mejor cómo los sistemas planetarios, como nuestro propio sistema solar, se forman y maduran.