El brillante halo de una estrella zombi
13/11/2015 de ESO / Monthly Notices of the Royal Astronomical Society
Esta impresión artística muestra cómo un asteroide destrozado por la fuerte gravedad de una enana blanca ha formado un anillo de partículas de polvo y escombros que orbitan alrededor de un calcinado núcleo estelar, del tamaño de la Tierra, llamado SDSS J1228+1040. Las observaciones, realizadas a lo largo de doce años con el Very Large Telescope de ESO, han detectado el gas producido por las colisiones en el disco, revelando la presencia de un estrecho arco brillante. Crédito: Mark Garlick (www.markgarlick.com) y University of Warwick/ESO.
Un equipo internacional de astrónomos ha estudiado, por primera vez y con gran detalle, los restos de la fatal interacción entre una estrella muerta y su cena de asteroides. Utilizando el Very Large Telescope, instalado en el observatorio Paranal de ESO (Chile), nos han adelantado lo que, en un futuro lejano, será el destino del Sistema Solar.
Utilizando varios instrumentos, incluyendo los espectrógrafo UVES (Ultraviolet and Visual Echelle Spectrograph) y X-shooter, ambos instalados en el VLT, el equipo de investigadores obtuvo observaciones detalladas de la luz procedente de la enana blanca SDSS J1228+1040 y del material circundante durante un período de doce años (algo sin precedentes), que abarcó del año 2003 al 2015. Este tipo de observaciones, que duran períodos de años, son necesarias para estudiar el sistema desde múltiples puntos de vista.
El equipo utilizó una técnica llamada tomografía Doppler — similar, en principio, a las exploraciones tomográficas médicas del cuerpo humano — que les permitió trazar, por primera vez y con mucho detalle, la estructura de los brillantes restos gaseosos del “almuerzo” de la estrella muerta J1228+1040 orbitando a su alrededor.
Mientras que las estrellas grandes — más masiva que unas diez veces la masa del Sol — sufren un clímax espectacularmente violento al estallar como supernovas al final de sus vidas, las estrellas más pequeñas se ahorran destinos tan dramáticos. Cuando estrellas como el Sol llegan al final de sus vidas tras agotar su combustible, se expanden como gigantes rojas y, posteriormente, expulsan sus capas exteriores al espacio. Todo lo que queda es el núcleo denso y caliente de la antigua estrella, una enana blanca.
Es raro que una enana blanca esté rodeada por un disco de material gaseoso que la orbite (hasta ahora sólo se habían descubierto siete). Los investigadores en este caso han llegado a la conclusión de que un asteroide se había desviado, acercándose peligrosamente a la estrella muerta y, debido a las potentes fuerzas de marea, acabó destrozado y formando el disco de material que vemos ahora.