Descubren las estrellas más lejanas de la Vía Láctea detectadas hasta la fecha
10/7/2014 de Haverford College
Esta ilustración artística muestra lo pequeña que se vería la Vía Láctea desde la posición de ULAS J0744+25, a casi 775 000 años-luz. Esta estrella, junto con ULAS J0015+01, son las más lejanas conocidas asociadas con nuestra Galaxia, y se encuentran cinco veces más lejos que la Gran Nube de Magallanes, una de las vecinas galácticas más cercanas a la Vía Láctea. Crédito: software de visualización Uniview por SCISS; datos de SOHO (ESA & NASA), John Bochanski (Haverford College) y Jackie Faherty (American Museum of Natural History y Department of Terrestrial Magnetism de Carnegie Institute)
Las lejanas regiones exteriores de la Vía Láctea albergan valiosas pistas para comprender la formación y evolución de nuestra Galaxia. A pesar de ello, debido a las enormes distancias y a que las estrellas están extremadamente esparcidas, muchos objetos no han podido ser identificados a más de 400 000 años-luz, siendo sólo siete las estrellas detectadas más allá de este límite hasta ahora.
Recientemente, un equipo de astrónomos dirigido por John Bochanski, ha observado estrellas del halo exterior de la Vía Láctea, que es una tenue cubierta de estrellas que rodea el disco de nuestra Galaxia y se extiende hasta por lo menos 500 000 años-luz. El equipo ha descubierto dos estrellas en este halo que son las más lejanas jamás encontradas en nuestra Galaxia.
Las estrellas recién descubiertas son dos gigantes rojas frías, llamadas ULAS J0744+25 y ULAS J0015+01. Estas estrellas se encuentran extremadamente lejos, a distancias de 775000 y 900000 años-luz, respectivamente. Las estrellas gigantes fueron seleccionadas a partir de observaciones de los proyectos UKIRT Infrared Deep Sky Survey y Sloan Digital Sky Survey.
La importancia de ULAS J0744+25 y ULAS J0015+01 va más allá de sus distancias récord, debido a que se encuentran en el halo de la Vía Láctea. Algunos astrónomos piensan que el halo es como una nube de migajas galácticas, resultado de la fusión de la Vía Láctea con muchas galaxias más pequeñas a lo largo de la historia de nuestra galaxia, según Beth Willman, coautor del estudio. «La teoría predice la presencia de un halo estelar extendido, formado por los restos destruidos de pequeñas galaxias enanas que se fundieron a lo largo de las edades cósmicas para acabar formando la propia Vía Láctea», comenta Willman. «Las propiedades de las gigantes rojas frías del halo conservan, por tanto, la historia de formación de nuestra Vía Láctea. Estas estrellas son verdaderamente fantasmas del pasado».