Buscando vida escondida en mundos en órbita alrededor de estrellas rojas viejas
17/5/2016 de Cornell / The Astrophysical Journal
Las estrellas amarillas normales como nuestro Sol, se convierten en gigantes rojas después de varios miles de millones de años. Cuando lo hacen, la zona habitable planetaria cambia, y Lisa Kaltenegger y Ramses Ramírez las están buscando. Crédito: Wendy Kenigsburg.
Astrónomos de Cornell buscan planetas donde florezca la vida en las cercanías de estrellas gigantes rojas viejas, en su «zona habitable», la región alrededor de la estrella en la que el agua sobre la superficie del planeta es líquida y pueden detectarse señales de vida remotamente con telescopios.
«Cuando una estrella envejece y aumenta de brillo, la zona habitable se desplaza hacia el exterior y estás básicamente dando una nueva vida al sistema planetario», comenta Ramsés M. Ramírez, autor principal del estudio. «Actualmente, los objetos de estas regiones exteriores están congelados en nuestro sistema Solar, como Europa y Encélado, lunas en órbita alrededor de Júpiter y Saturno».
En su trabajo, Ramírez y Lisa Kaltenegger, directora del Instituto Sagan, han creado modelos de las posiciones de las zonas habitables de estrellas que envejecen y cuánto tiempo pueden permanecer en ellas los planetas. «Mucho después de que nuestro Sol amarillo se expanda convirtiéndose en una estrella gigante roja y transforme la Tierra en un páramo sofocante, habrá todavía regiones en nuestro Sistema Solar (y en otros sistemas también) donde la vida puede prosperar», afirma Kaltenegger.
Dependiendo de la masa de la estrella original, los planetas y sus estrellas permanecen en esta zona habitable de la gigante roja hasta 9000 millones de años. La Tierra, por ejemplo, ha estado en la zona habitable de nuestro Sol durante 4500 millones de años, y ha florecido con distintas iteraciones de la vida. Sin embargo, en unos pocos miles de millones de años nuestro Sol se convertirá en una gigante roja, tragando Mercurio y Venus, convirtiendo la Tierra y Marte en planteas rocosos ardientes, y calentando mundos lejanos como Júpiter, Saturno y Neptuno y sus lunas, en una nueva zona habitable de la gigante roja.
«Para estrellas como nuestro Sol, estos planetas descongelados podrían seguir calientes hasta 5000 millones de años. No es una cantidad pequeña de tiempo», señala Ramírez.