Aumenta la aparición de nubes que brillan por la noche
16/4/2014 de NASA
Nubes que brillan por la noche, o noctilucentes, el 3 de julio de 2011 en Lock Leven, Fife, Escocia. Crédito: cortesía de Adrian Maricic
Observadas por vez primera en 1885, nubes plateadas azules flotan en el cielo nocturno cerca de los polos, pareciendo que brillan por sí mismas. Conocidas como nubes noctilucentes, este fenómeno empezó a ser observado cada vez a latitudes más bajas – entre los paralelos 40º y 50º – durante el siglo XX, provocando que los científicos se preguntasen si realmente había cambiado la región donde viven estas nubes – información que ayudaría a comprender el tiempo meteorológico y el clima en toda la Tierra.
Una misión llamada Aeronomy of Ice in the Mesosphere (Aeronomía del Hielo en la Mesosfera), o AIM, se lanzó en 2007 para observar nubes noctilucentes, pero sólo ha visto nubes cerca de los polos. Ahora los científicos han reunido información de otras misiones, pasadas y presentes, y la han combinado con simulaciones por computadora para demostrar sistemáticamente que la presencia de estas nubes que brillan intensamente ha aumentado realmente en áreas entre los paralelos 40º y 50 º.
«Las nubes noctilucentes se producen a altitudes de 80 km sobre el suelo, tan alto que pueden reflejar luz del sol de vuelta hacia la Tierra», afirma James Russell, un científico atmosférico y planetario de la Universidad de Hampton. «AIM y otras investigaciones han mostrado que para que las nubes se formen se necesitan tres cosas: temperaturas muy frías, vapor de agua y polvo de meteoritos. El polvo de meteoritos proporciona lugares a los que el vapor de agua puede agarrarse hasta que las frías temperaturas lo convierten en hielo de agua».
El modelo por computadora demostró que la aparición de nubes noctilucentes había aumentado en 2012 respecto de 2011. Estos cambios están relacionados con un descenso de la temperatura a la altura máxima de la atmósfera en la que se encuentran las nubes noctilucentes. Las temperaturas a esta altura no coinciden con las temperaturas a niveles inferiores – de hecho, el lugar más frío de la atmósfera se produce a esta altura durante el verano sobre los polos – pero un cambio allí ciertamente obliga a preguntarse sobre los cambios que produce en el sistema climático global.