Volando a través del polvo de los asteroides
9/11/2016 de AAS NOVA / Astrophysical Journal Letters
Una imagen de la superficie llena de cráteres del asteroide Vesta. El polvo que expulsan los asteroides cuando reciben impactos nos puede indicar su composición. Crédito: NASA/JPL-Caltech/UCLA/MPS/DLR/IDA.
¿Como podemos saber de qué está hecho un asteroide? Hasta ahora, nos hemos basado en observaciones espectrales remotas, aunque la misión OSIRIS-REx de NASA pronto podría cambiar esto aterrizando en un asteroide y regresando con una muestra. ¿Pero y si pudiéramos saber más acerca de los asteroides que están cerca de la Tierra sin tener que aterrizar en cada uno de ellos? Resulta que sí podemos, volando a través de su polvo.
Cuando un cuerpo sin atmósfera recibe el impacto de los meteoroides que dominan nuestro Sistema Solar, el material expulsado queda a su alrededor, en el espacio. En el caso de objetos como los asteroides, su atracción gravitatoria es tan débil que la mayoría del material expulsado escapa, formando una nube de polvo que lo rodea. Introduciendo una nave espacial a través de esta nube, podríamos realizar el análisis químico del polvo, determinando así la composición del asteroide. Podríamos incluso capturar parte del polvo y traerlo de regreso a casa para analizarlo.
En un estudio reciente los científicos Jamey Szalay (Southwest Research Institute) y Mihály Horányi (University of Colorado Boulder) se han preguntado cuál será el mejor lugar donde enviar una nave espacial que analice o recolecte este polvo. Para responder a esa cuestión es necesario conocer la distribución típica del polvo alrededor de un asteroide cercano a la Tierra (los llamados NEA, por sus iniciales en inglés).
Primero estudiaron la distribución del polvo alrededor de nuestra propia Luna provocado por el mismo bombardeo de meteoritos que pensamos que chocan contra los NEA. Luego calcularon cómo cambia esta distribución en función de distintos tamaños de los granos si el cuerpo contra el que chocan los meteoritos fuera mucho menor, es decir, un asteroide de 10 km en lugar de la Luna de 1700 km. Los astrónomos descubrieron que el polvo expulsado por los asteroides está distribuido de forma asimétrica alrededor del cuerpo, encontrándose las densidades de polvo más altas en la cara delantera del asteroide según su dirección de desplazamiento. Por tanto, concluyen, las misiones espaciales encontrarán mucho más polvo de los impactos en estas zonas.