Ratones que han viajado al espacio dan muestras iniciales de daños en el hígado
21/4/2016 de Phys.org / PLoS ONE
Los viajes espaciales producen daños en el hígado de los ratones. Crédito: Martha Sexton.
En un descubrimiento que tendrá implicaciones para los vuelos espaciales humanos de larga duración y las misiones futuras a Marte, una investigadora de la Universidad de Colorado ha descubierto que ratones que volaron a bordo del transbordador Atlantis regresaron a la Tiera con indicios de enfermedades hepáticas.
“Antes de este estudio no teníamos realmente demasiada información en relación con el impacto del viaje espacial sobre el hígado”, afirma la directora del estudio Karen Jonscher. “Sabíamos que a menudo los astronautas regresan con síntomas parecidos a los de la diabetes pero que normalmente se solucionan con rapidez”. Sin embargo, la perspectiva del daño hepático crea preocupaciones nuevas.
Los ratones estudiados pasaron 13.5 días a bordo del transbordador espacial. Cuando regresaron Jonscher y sus colaboradores pudieron tomar muestras de sus hígados. Descubrieron que el vuelo espacial parecía haber activado células del hígado especializadas que pueden llegar a producir cicatrices y provocar un daño a largo plazo en el órgano. “Observamos el inicio del daño hepático en sólo 13.5 días”, comenta Jonscher. “Los ratones también perdieron masa muscular magra. Hemos visto este fenómeno en humanos en reposo en cama: los músculos se atrofian y las proteínas se rompen en aminoácidos. La pregunta es, ¿cómo afecto esto a tu hígado?”.
El equipo de Jonscher descubrió que el vuelo espacial produce un aumento en el almacenamiento de grasa en el hígado comparando con ratones alimentados de igual forma en la Tierra con los del transbordador. Esto fue acompañado de una pérdida de retinol, una forma animal de la vitamina A, y cambios en los niveles de genes responsables de consumir grasas. Como resultado, los ratones mostraban señales de esteatohepatitis no alcohólica e indicadores potenciales de inicios de fibrosis, que puede ser una de las consecuencias de la esteatohepatitis no alcohólica. “Normalmente se tarda mucho tiempo, entre meses y años, en inducir fibrosis en ratones, incluso comiendo una dieta no sana”, afirma Jonscher. “Si un ratón muestra señales iniciales de fibrosis sin un cambio de dieta tras 13 días y medio, ¿qué les está ocurriendo a los humanos?”.
Jonscher señala que la tensión del viaje espacial y la reentrada en la Tierra puede haber jugado también un papel en el daño hepático. “Si esto es o no un problema es todavía una cuestión por resolver”, afirma Jonscher. “Necesitamos estudiar ratones que hayan participado en vuelos espaciales de larga duración para ver si existen mecanismos compensatorios que entran en juego y pueden protegerles de un daño severo”.