Primera evidencia biológica de una supernova
9/5/2013 de Technische Universität München / Nature
En restos fósiles de bacteria aficionadas al hierro, investigadores de la Technische Universität München encontraron un isótopo radioactivo de hierro que han relacionado con una supernova en nuestra vecindad cósmica. Se trata de la primera señal biológica de la explosión de una estrella en nuestra tierra. La determinación de la edad en la prospección a gran profundidad realizada en el Océano Pacífico demostró que la supernova debió de ocurrir hace unos 2.2 millones de años, aproximadamente alrededor de la época en la que se desarrolló el humano moderno.
La mayoría de los elementos químicos tienen su origen en supernovas cuyo núcleo colapsa. Cuando una estrella acaba su vida con una gigantesca explosión, expulsa la mayor parte de su materia al espacio. El isótopo radioactivo de hierro Fe-60 se produce casi exclusivamente en supernovas de este tipo. Debido a que su vida media de 2.62 millones de años es corta en comparación con la edad de nuestro sistema solar, no debería de haber este tipo de hierro de supernovas en la Tierra. Por tanto, cualquier descubrimiento de Fe-60 en la Tierra indicaría una supernova en nuestro vecindario cósmico.
En 2004, científicos de la Technische Universität München descubrieron Fe-60 en la Tierra por primera vez en una corteza de ferromagnesio obtenida del fondo del Océano Pacífico ecuatorial. Ahora, su datación geológica sitúa el suceso en hace alrededor de 2.2 millones de años.
Las bacterias llamadas magnetotácticas viven en el interior de los sedimentos de los océanos de la Tierra, cerca de la frontera entre agua y sedimento. En el interior de sus células crean cientos de diminutos cristales de magnetita (Fe3O4), cada uno de aproximadamente 80 nanómetros de diámetro. Las bacterias magnetotácticas obtienen el hierro del polvo atmosférico que cae al océano. El astrofísico nuclear Shawn Bishop de la Technische Universität München supuso, por tanto, que también debería de haber Fe-60 dentro de estos cristales de magnetita producidos por bacterias magnetotácticas existentes en la época en que la supernova alcanzó nuestro planeta. Estas bacterias produjeron cristales, que cuando se encuentran en sedimentos mucho después de que las bacterias hayan muerto, se llaman “magnetofósiles”.