El origen de unas explosiones cósmicas clave sigue siendo un misterio
13/7/2010 de CfA
Cuando una estrella explota como supernova brilla tanto que puede ser observada a millones de años-luz de distancia. Una variedad particular de supernova, la de Tipo Ia, brilla y se debilita de forma tan predecible que los astrónomos las usan para medir la expansión del universo. El descubrimiento resultante ha sido que la energía oscura y la aceleración del universo han reescrito nuestra comprensión del cosmos. Pero el origen de estas supernovas, que han demostrado ser tan útiles, sigue siendo desconocido.
Los astrónomos tiene datos firmes de que las supernovas de tipo Ia proceden de la explosión de restos estelares llamados enanas blancas. Para detonar, la enana blanca debe de ganar masa hasta que alcanza un punto máximo y ya no puede mantenerse.
Existen dos escenarios preferidos para explicar el paso intermedio de enana blanca estable a supernova, ambos requiriendo de la presencia de una estrella compañera. En la primera posibilidad, la enana blanca traga gas expulsado por una estrella gigante vecina. En la segunda, dos enanas blancas colisionan y se únen. Para establecer cuál de las dos opciones es la correcta (o por lo menos la más común), los astrónomos buscan indicios de estos sistemas binarios.
En un nuevo artículo, Rosanne Di Stefano y sus colaboradores proponen que una supernova inducida por la fusión de dos enanas blancas irá precedida por una época durante la cual una enana blanca adquiere más masa, que le permitirá poner de nuevo en marcha los procesos de fusión nuclear. En cualquier sistema doble de enanas blancas se pasará por una fase en la que la primera enana blanca que se haya formado gana y quema materia procedente de su compañera que envejece más despacio. Si estas enanas blancas producen rayos X, entonces deberíamos encontrar aproximadamente cien veces más fuentes de rayos X blandos de las que observamos.