El cráter Gusev albergó un lago en el pasado, después de todo
10/4/2014 de Arizona State University
Si los espejismos del desierto se producen en Marte, el lago Gusev es uno de ellos. Esta antigua reserva de agua de ida y vuelta ha ido y venido más de una vez a los ojos de los científicos que estudian Marte.
Ahora, sin embargo, se está finalmente aclarando el tema, gracias a un nuevo análisis de antiguos datos realizado por un equipo dirigido por Steve Ruff, de Arizona State University.
La historia empieza con el aterrizaje del rover Spirit en 2004 en el interior del cráter Gusev. Desde órbita, Gusev, a cuyo borde sur llega un sinuoso canal fluvial, parecía que hubiese albergado un lago en el pasado. Pero la exploración de Spirit mostró que el suelo del cráter no estaba cubierto por sedimentos de la cuenca de un lago, sino por rocas volcánicas.
A menos de 3 kilómetros de distancia se encuentras las Colinas Columbia, donde se encuentra una afloración de rocas apodada Comanche. Esta formación rocosa es inusualmente rica en minerales de carbonatos ricos en magnesio y hierro. Aunque los carbonatos de Comanche fueron atribuidos inicialmente al fruto de actividad hidrotermal, el nuevo análisis apunta a un origen diferente.
Comanche empezó siendo un depósito de ceniza volcánica conocida como tefra o piroclasto, que originalmente cubrió las Colinas Columbia y las llanuras adyacentes. Este material procedía, según explica Ruff, de erupciones explosivas que se produjeron en el interior de Gusev o a su alrededor. Entonces el agua penetró en el cráter a través del enorme valle que corta el borde sur de Gusev. Estas inundaciones parecen haber durado el tiempo suficiente para alterar la tefra, produciendo soluciones salinas. Cuando se evaporaron, quedaron residuos de minerales carbonatados. A medida que el lago se llenaba y secaba, quizás muchas veces, fue enriqueciendo a Comanche y sus rocas vecinas con carbonatos.