Chapuzón solar
21/6/2013 de CfA
El 7 de junio de 2011, nuestro Sol entró en erupción, expulsando toneladas de plasma caliente al espacio. Parte de ese plasma se precipitó de nuevo sobre la superficie del Sol, produciendo brillantes estallidos de luz ultravioleta. Este dramático suceso puede proporcionar nuevos datos sobre cómo las estrellas jóvenes crecen tragando gas cercano.
La erupción y caída posterior fueron observadas con detalle espectacular por el Solar Dynamics Observatory de NASA. Esta nave espacial vigila el Sol 24 horas al día, proporcionando imágenes con resolución mejor que HD. Su instrumento Atmospheric Imaging Assembly fue diseñado y desarrollado por investigadores del Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics (CfA).
“Las películas de la erupción del 7 de junio muestran filamentos oscuros de gas explotando desde la parte derecha inferior del Sol. Aunque el plasma solar aparece oscuro frente a la brillante superficie del Sol, de hecho brilla a una temperatura de unos 10 000 grados Celsius. Cuando las masas de plasma golpean de nuevo la superficie del Sol, se calientan por un factor 100, hasta temperaturas de casi 1 millón de grados Celsius. Como resultado, esos lugares aumentan de brillo en el ultravioleta por un factor entre 2 y 5 en sólo unos pocos minutos.
La tremenda emisión de energía se produce porque las masas que caen viajan a grandes velocidades, de hasta 400 km/s. Estas velocidades son similares a las velocidades alcanzadas por material precipitándose sobre estrellas jóvenes mientras crecen por acrecimiento. Por tanto, las observaciones de esta erupción solar proporcionan una “imagen de cerca” de lo que ocurre en estrellas lejanas.