APEX vuelve su mirada hacia las nubes oscuras de Tauro
16/2/2012 de ESO
Una nueva imagen del telescopio APEX (Atacama Pathfinder Experiment), situado en Chile, muestra un sinuoso filamento de polvo cósmico de una longitud de más de diez años luz. En su interior, se ocultan estrellas recién nacidas junto con densas nubes de gas que, al borde del colapso, acabarán formando a su vez nuevas estrellas. Es una de las regiones de formación estelar más cercana a nosotros. Los granos de polvo cósmico están tan fríos que son necesarias observaciones de alrededor de un milímetro (como las llevadas a cabo por el instrumento LABOCA, instalado en el telescopio APEX) para detectar su débil brillo.
La Nube Molecular de Tauro, en la constelación de Tauro (El Toro), se encuentra a unos 450 años luz de la Tierra. Esta imagen muestra dos partes de una larga estructura filamentosa en esta nube, conocidas como Barnard 211 y Barnard 213. Se llaman así en honor al atlas fotográfico de Edward Emerson Barnard, “Sobre las zonas oscuras del cielo” (On the dark markings of the sky), compilado a principios del Siglo XX. En luz visible, esas regiones aparecen como senderos oscuros, pobres en estrellas. Barnard acertó al argumentar que este aspecto se debía a “material que provoca un oscurecimiento en el espacio”.
Hoy sabemos que esas marcas oscuras son en realidad nubes de gas y granos de polvo interestelar. Los granos de polvo — diminutas y finas partículas similares al hollín y la arena — absorben la luz visible, bloqueando nuestra visión del rico campo de estrellas que se oculta tras las nubes. La Nube Molecular de Tauro es especialmente oscura en longitudes de onda visibles, ya que carece de estrellas masivas que iluminen la nube tal y como ocurre en otras regiones de formación estelar como Orión. Los propios granos emiten un débil brillo pero, debido a que son extremadamente fríos (con temperaturas de alrededor de -260 grados Celsius) su luz solo puede verse en longitudes de onda mucho más largas que las de la luz visible: longitudes de alrededor de un milímetro (ver imagen eso1209b y la comparación al pasar el ratón sobre la imagen eso1209ea para ver cómo la visión en el rango milimétrico aparece brillante donde la visión en luz visible aparece oscura).
Estas nubes de gas y polvo no son solo un obstáculo para los astrónomos que desean observar las estrellas que se ocultan tras ellas. De hecho, son el lugar del nacimiento de nuevas estrellas. Cuando las nubes colapsan por su propia gravedad, se fragmentan, generando pequeñas condensaciones de gas en cuyo interior pueden formarse densos núcleos, dentro de los cuales, el hidrógeno en forma gaseosa se vuelve lo suficientemente denso y caliente como para iniciar reacciones de fusión: ha nacido una nueva estrella. El nacimiento de la estrella está rodeado por una densa capa de polvo que bloquea las observaciones en longitudes de onda visibles. Ese es el motivo por el cual las observaciones en longitudes de onda más largas, como el rango milimétrico, son esenciales para la comprensión de los estadios iniciales de formación estelar.