El mineral más abundante de la Tierra finalmente tiene nombre
15/12/2014 de Argonne National Laboratory / Science
Imagen tomada con un microscopio electrónico de barrido de un agregado de bridgmanita y akimotoita. La imagen revela los cristales con tamaños por debajo del micrómetro de bridgmanita y akimotoita incrustados en cristal de (Mg,Fe)SiO3 dentro de una vena fundida por choques del meteorito Tenham. Crédito: Tschauner et et al, Science (2014).
Un antiguo meteorito y rayos X de alta energía han ayudado a los científicos a poner fin a medio siglo de esfuerzos para encontrar, identificar y caracterizar un mineral que constituye el 38 por ciento de la Tierra.
Y al hacerlo, un equipo de científicos dirigido por Oliver Tschauner, minerólogo de la Universidad de Las Vegas, clarificó la definición del mineral más abundante de la Tierra, una forma de silicato de hierro y magnesio de alta densidad ahora llamado Bridgmanita, y definió las condiciones para su formación.
El mineral ha recibido su nombre del premio Nobel de 1964, pionero en investigaciones de alta presión, Percy Bridgman.
Para determina la composición de la capas interiores de la Tierra, los científicos necesitaron someter materiales a temperaturas y presiones extremas. Durante décadas los científicos pensaron que una estructura densa de perovskita constituye hasta el 38 por ciento del volumen de la Tierra, y que las propiedades físicas y químicas de la Bridgmanita tienen una gran influencia en cómo los elementos y el calor fluyen a través del manto de la Tierra. Pero dado que el mineral no sobrevive el viaje hasta la superficie, nadie había sido capaz de demostrar su existencia, una condición necesaria para obtener un nombre oficial de la Asociación Mineralógica Internacional.
La compresión que se produce en choques entre asteroides del Sistema Solar crea las mismas condiciones hostiles que hay en las profundidades de la Tierra – temperaturas de aproximadamente unos 2100 grados centígrados, y presiones unas 240000 veces mayores que la presión a nivel del mar. El choque se produce lo suficientemente rápido como para inhibir la destrucción de la Bridgmanita, destrucción que sí tiene lugar cuando se enfría a presiones menores , como las de la superficie de la Tierra. Parte de los escombros de estas colisiones caen a la Tierra en forma de meteoritos, que llevan la Bridgmanita «congelada» dentro de venas fundidas por los choques.
Ahora, el estudio con nuevas técnicas no destructivas del meteorito Tenham, una L condrita que cayó en Australia en 1879, ha permitido identificar Bridgmanita en su interior.