El cometa Wild 2, ¿una ventana al nacimiento del Sistema Solar?
20/5/2015 de University of Hawai’i Manoa
Tres rocas más grandes del cometa Wild 2, cada una con varios cristales, se muestran a la izquierda de esta imagen, tomada con un microscopio electrónico. El polvo de grano fino del cometa, todavía en el interior del aerogel en el que fue capturado, se muestra a la derecha. Todas las imágenes tienen la misma escala. Crédito: R. Ogliore & Z. Gainsforth.
Nuestro Sistema Solar y otros sistemas planetarios, empezaron siendo un disco de polvo microscópico, gas y hielo alrededor del Sol joven. La asombrosa diversidad de objetos del Sistema Solar hoy en día – los planetas, lunas, asteroides y cometas- tuvo su origen en este polvo primitivo.
La misión Stardust de NASA regresó a la Tierra con muestras del cometa Wild 2, un cometa que se formó más allá de la órbita de Saturno y que fue empujado a una órbita más cercana a la de la Tierra en 1974, cuando la gravedad de Júpiter alteró la órbita de Wild 2.
Ahora un equipo de científicos dirigido por by Ryan Ogliore, del Instituto de Geofísica y Planetología de Hawái, ha estudiado el isótopo de oxígeno y la composición mineral del polvo del cometa en las muestras obtenidas de Wild 2 traídas a la Tierra por la misión Stardust.
Ogliore y sus colaboradores han descubierto que el polvo de mayor tamaño parece ser similar a las rocas encontradas en meteoritos primitivos llamados condritas. El polvo de menor tamaño, por otro lado, exhibe el rango completo conocido de composiciones isotópicas del oxígeno que han sido medidas en objetos del Sistema Solar interior (desde el Sol al Cinturón de Asteroides). Esta inesperada combinación de material ha hecho aún más profundo el misterio del pasado de Wild 2.
«El núcleo del cometa hoy en día está compuesto por pequeñas rocas y hielo, separados por fracciones de centímetros, y que originalmente se formaron a miles de millones de kilómetros de distancia. Algunas rocas han sufrido temperaturas por encima de los 1400 ºC, pero el hielo adyacente se ha mantenido cerca del cero absoluto durante miles de millones de años. Cada diminuto grano tiene su propia historia fascinante que contar», comenta Ogliore.