El agudo ojo de ALMA observa una fulguración en una famosa estrella gigante roja
1/6/2015 de Onsala Space Observatory, Chalmers/ Astronomy & Astrophysics
Impresión de artista de una fulguración gigantesca en la superficie de la gigante roja Mira A. Detrás de la estrella se observa material precipitándose hacia su diminuta compañera, Mira B. Crédito: Katja Lindblom, CC BY-NC-ND 4.0
Observaciones extremadamente agudas realizadas con el telescopio ALMA han revelado lo que parece ser una enorme fulguración en la superficie de Mira, una de las estrellas gigante roja más cercanas y famosas del cielo. Este tipo de actividad en las gigantes rojas – parecida a la que vemos en el Sol- es una sorpresa para los astrónomos. El descubrimiento podría explicar cómo los vientos de las estrellas gigantes contribuyen al ecosistema de nuestra Galaxia.
Las imágenes de ALMA de la estrella doble Mira muestran claramente las dos componentes del sistema, Mira A y Mira B. Pero no sólo eso. Por primera vez en longitudes de onda submilimétricas, revelan detalles de la superficie de Mira A.
«La visión de ALMA es tan aguda que podemos empezar a ver detalles en la superficie de la estrella. Parte de la superficie estelar no sólo es extremadamente luminosa, sino que también varía en brillo. Debe de tratarse de una fulguración gigante y pensamos que está relacionada con una fulguración que los telescopios de rayos X observaron hace algunos años», explica Wouter Vlemmings, astrónomo de Chalmers, quien dirigió el estudio.
Las gigantes rojas como Mira A son componentes cruciales del ecosistema de nuestra Galaxia. A medida que se aproximan al final de sus vidas pierden sus capas más exteriores en forma de vientos irregulares. Estos vientos transportan al espacio elementos pesados que las estrellas han manufacturado, donde pueden formar nuevas estrellas y planetas. La mayor parte del carbono, oxígeno y nitrógeno de nuestros cuerpos fue formada en estrellas y redistribuida por sus vientos.
El Sol nuestra estrella más cercana, muestra actividad alimentada por campos magnéticos y esta actividad, a veces en forma de tormentas solares, dirige las partículas que componen el viento solar, que a su vez pueden provocar auroras en la Tierra. «Ver una fulguración en Mira A sugiere que los campos magnéticos también juegan su papel en los vientos de las gigantes rojas», afirma Wouter Vlemmings.