Discos calientes de impactos gigantes
27/10/2015 de AAS Nova / Astrophysical Journal
Ilustración de artista de dos cuerpos chocando durante las fases iniciales de la formación de planetas.Una reciente investigación sugiere que podríamos estar observando los resultados de impactos gigantescos en otros sistemas solares. Crédito: NASA/JPL-Caltech.
En la búsqueda de sistemas exoplanetarios hemos descubierto decenas de discos de escombros cerca de lejanas estrellas que son especialmente brillantes en longitudes de onda del infrarrojo. Una nueva investigación sugiere que podríamos estar viendo las últimas fases de formación de planetas terrestres en estos sistemas.
Según el modelo de formación de nuestro Sistema Solar, se formaron protoplanetas del tamaño de Marte dentro de un disco protoplanetario que rodeaba nuestro Sol. Al cabo de un tiempo la falta de gas en el disco hizo que las órbitas de estos protoplanetas se volvieran caóticamente inestables. Finalmente, en la «fase de impactos gigantes», muchos de los protoplanetas chocaron unos contra otros, conduciendo en última instancia a la formación de los planetas terrestres y de sus lunas tal como los conocemos hoy en día.
Si las fases de impactos gigantes se producen también en sistemas exoplanetarios, llevando a la formación de exoplanetas terrestres, ¿cómo podríamos detectar ese proceso? Según un estudio de Hidenori Genda Instituto de Tecnología de Tokyo, podríamos estar ya siendo testigos de esta fase en las observaciones de discos calientes de escombros alrededor de otras estrellas. Para comprobarlo, Genda y sus colaboradores crearon modelos de periodos de impactos gigantes y determinaron qué sería lo que esperaríamos ver en un sistema que estuviera pasando por este violento periodo de evolución.
Los investigadores descubren que, durante una fase de impactos gigantes promedia, la cantidad total de materia expulsada de protoplanetas en colisión es típicamente alrededor de 0.4 veces la masa de la Tierra. Esta masa es expulsada en forma de fragmentos que después se dispersan por la región de los planetas terrestres alrededor de la estrella. Los fragmento sufren una cascada de colisiones mientras se mantienen en órbita, formando escombros que emiten en el infrarrojo, situados a una distancia de la estrella de alrededor de 1 unidad astronómica (la distancia del Sol a la Tierra).
Luego calcularon el perfil del flujo en el infrarrojo esperado a partir de estos discos simulados. Demuestran que los discos calientes pueden existir y radiar hasta unos 100 millones de años antes de que los fragmentos resulten pulverizados en piezas de micrómetros suficientemente pequeñas para poder ser expulsadas del sistema solar por la presión de la radiación de la estrella, conduciendo a la desaparición del disco.